martes, 11 de febrero de 2014

Ya recé por su alma cuando recibí el whatsapp de ni hermana: “Ha muerto Blas”

Misa funeral en la Iglesia de los Jerónimos por el eterno descanso de D. Blas Piñar. Acudí por nostalgia sin saber muy bien por qué. Ya recé por su alma cuando recibí el whatsapp de ni hermana: “Ha muerto Blas”

Recordé la ilusión derrochada hace más de 30 años y a mis padres desde el balcón de su habitación mientras yo pintaba torpemente en los muros del barrio  “F/N, Caudillo Blas Piñar” acompañado de un  “víctor”, aquel símbolo  hoy abandonado al olvido. 

Me vinieron a la mente las imágenes de  un jeep descapotable lleno de militantes de Fuerza Joven y la voz de Toti que gritaba aquello de “vota Unión, Nacional, vota Unión Nacional”. Eran casi las 12 de la noche del día previo a la jornada de reflexión de aquellas  únicas elecciones en las que las fuerzas nacionales obtuvieron un diputado. Y muy poco faltó para obtener unos cuantos más por las circunscripciones  de Cuenca, Almería…Recuerdo como echábamos la culpa a la mano oscura de las fuerzas del Interior de que Blas Piñar estuviera sólo en el Congreso.

¡Qué narices, si estoy a un paso! ¡No puedo faltar a esa misa! Además, seguro que veré a antiguos amigos, viejos conocidos o siplemente gloriosas caras que hace años que no veo. Y así fue. Allí estaban todos. Y allí me encontré con Oscar y con César, con Fernando y Vic y con Vicente. Miguel, Angel, Emilio, Gustavo. Allí estaban Pedro Pablo, Canta, Manolo, Eva, Manuel Angel, Felipe. Y también famosos que nunca imaginé que también querían o admiraban a Blas tanto como para en la noche fría de ayer, abandonar el calor del hogar, o de la oficina o del despacho profesional para acudir a rezar por él.

No cabíamos en la Iglesia de Los Jerónimos y escuchamos misa a la interperie, rondando los cero grados, con altavoces en la calle. Lloré al ver como un sacerdote de los que concelebraba tuvo que salir a la calle a repartir la Comunión. ¿Qué mejor homenaje para un caballero cristiano? Sus amigos, sus camaradas, sus familiares, comulgando a ras del cielo, como si de una misa de campaña se tratase o como si la poética azul recitara aquello de “bajo la noche clara, arma al brazo y en lo alto las estrellas”.


Pero también estaba presente la otra realidad: Detrás de cada nombre también había una sigla, una asociación, un partido. Todos juntos, rezando juntos, sufriendo juntos el frío. Abrazos, sonrisas, apretones de manos, lágrimas. Viejas y nuevas caras que confluían en el río común de los Jerónimos. Pero hoy, nuevamente, algunos en sus siglas, otros en su asociación o partidito y los más en nuestras casas, esperando otra necrológica para recordar viejos tiempos, contar alguna que otra batallita y compartir un rato y unas cervezas después de un funeral. Algunos de los que ayer rezamos por Blas Piñar coincidimos rezando por Girón y por Degrelle. Quizás tengan que morir todos para que no haya ninguna necrológica más que nos sirva de excusa para vernos y compartir unas cervezas. Y entonces tendremos que empezar a celebrar aniversarios, con más canas, menos pelo, más kilos y…las mismas cervezas, las mismas batallitas. Batallitas ya de abuelo cebolleta.

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